Todos sabemos que el trabajo en equipo es la clave del éxito. Sólo a través del mismo podemos combinar los puntos de vista necesarios para aprovechar sinergias ocultas, superar obstáculos difíciles y lograr objetivos desafiantes.
Sin embargo, el trabajo en equipo es un gran reto en sí mismo. Trabajar en equipo exige que las personas involucradas manejen su ego, desarrollen humildad, se comuniquen efectivamente, resuelvan conflictos y, por encima de todo, se comprometan los unos con los otros y con un objetivo en común. El que ha trabajado en equipo sabe que la única forma de hacerlo exitosamente es revisándose internamente y transformándose en una mejor persona. Por ello, el trabajo en equipo no sólo permite incrementar el rendimiento, sino que también promueve el desarrollo de mejores ciudadanos y sociedades.
Para que un grupo de personas se transforme en un equipo de alto desempeño, sus miembros deben pasar por cinco etapas de transformación, las cuales fueron descritas magistralmente por Jon Katzenbach y Douglas Smith en la llamada curva de desempeño de equipo, presentada en su libro La Sabiduría de los equipos. Las cinco etapas son las siguientes:
1) Grupo de trabajo
Un grupo de trabajo no es otra cosa que un conjunto de individuos que desempeñan labores de manera independiente, requiriendo así bajos niveles de integración y alineación. Los grupos de trabajo funcionan bien en contextos de baja complejidad y con objetivos sencillos. Sin embargo, a medida que aumentan la complejidad del entorno y la dificultad de los objetivos, los grupos de trabajo comienzan a hacerse obsoletos. En particular, cuando el aprovechamiento de sinergias se convierte en un prerrequisito para la supervivencia inmediata y la sustentabilidad a largo plazo, los grupos de trabajo deben evolucionar en equipos o, de lo contrario, están condenados a desaparecer.
2) Pseudo-equipo
Cuando un grupo de trabajo decide ascender a la condición de equipo, su nivel de desempeño tiende a disminuir en lo inmediato. Esto parece ser contra-intuitivo, pero es totalmente lógico e inevitable. Dado que la dinámica de grupo no se los exigía, los miembros todavía no se conocen bien entre sí y no están alineados en lo estratégico y operativo. Al inicio, esto genera ineludibles desencuentros que revelan las diferencias naturales de personalidad, estilos de trabajo y objetivos personales. Como resultado, el clima y el desempeño se ven afectados negativamente. Ante esta dificultad, todos los involucrados, especialmente los líderes, deben mostrar paciencia y determinación, permitiendo que esta etapa ocurra en su totalidad sin dejar que la misma defina el futuro del equipo. Aquí es donde el liderazgo efectivo comienza a jugar un rol crucial.
3) Equipo potencial
Una vez alcanzado cierto nivel de familiaridad y camaradería, los involucrados comienzan a darle forma preliminar a sus objetivos, métodos de trabajo, protocolos comunicacionales, etc. Igualmente, a medida que comienzan a establecer acuerdos, van desarrollando una cultura única y propia. Durante esta etapa, el equipo generalmente observa un incremento en su desempeño que iguala el que tenían cuando eran sólo un grupo. Sin embargo, ahora cuentan con dos fortalezas de incalculable potencial que antes no tenían: confianza y expectativa de algo mejor. La incipiente integración y la voluntad de aprender unos de otros les permitirá conquistar niveles de desempeño que eran literalmente imposibles cuando eran sólo un grupo de trabajo.
4) Equipo verdadero
Una vez establecidos los objetivos, métodos de trabajo y protocolos comunicacionales, el equipo finalmente desarrolla una cultura propia y comienza a funcionar como una unidad. Sus miembros visualizan un futuro compartido, se motivan mutuamente, aprenden unos de otros, resuelven disputas con base en principios comunes y desempeñan su trabajo de formas que fortalecen el sistema. Es así como comienzan a descubrir y aprovecha sinergias que antes eran invisibles. Esta es la marca de un equipo verdadero.
5) Equipo extraordinario
Cuando un equipo desarrolla una cultura basada en la humildad, el trabajo y el aprendizaje, sus miembros logran transformar tanto los logros como los fracasos en insumos para el mejoramiento continuo. Adicionalmente, comienzan a desarrollar destrezas únicas y especializadas que se suman al inventario de ventajas competitivas del equipo. De igual manera, desarrollan la capacidad de reinventarse periódicamente y de redefinir su operación según las exigencias del momento, adaptándose así rápidamente a las nuevas tendencias y, en ocasiones, generando dichas tendencias ellos mismos. Todo esto les permite obtener resultados extraordinarios con mayor frecuencia, constituyéndose así en un equipo de alto desempeño.
La evolución de la etapa 1 a la 5 es ardua y sólo algunos pocos logran completarla. De cierta forma, estas cinco etapas también describen el desarrollo de la conciencia humana, las economías sustentables y las sociedades democráticas. El trabajo en equipo es uno de esos temas donde se cruzan la teoría organizacional, la gerencia de negocios, las ciencias políticas y la psicología humana, revelando así una gran cantidad de conocimiento y sabiduría que aplica para todos los ámbitos de la vida.
Artículo original publicado en inglés en Forbes.com.