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The Entrepreneurial Brain: Bending Reality Against Conventional Wisdom

El cerebro emprendedor: Doblando la realidad en contra de la sabiduría convencional

Los seres humanos no vivimos en la realidad; vivimos en nuestra mente, la cual es solo una versión de la realidad. No importa cuán objetiva sea una persona, su cosmovisión siempre será incompleta y parcialmente distorsionada. Esto significa que la línea entre la claridad y el engaño, la cual todos deseamos que sea obvia, a veces puede ser muy borrosa. Por lo tanto, la genialidad y la locura a menudo danzan juntas al son complejo de la mente humana. Los emprendedores, con frecuencia, se ven a sí mismos en este baile, lo que hace del camino del emprendimiento uno de los más difíciles de transitar.

En la serie de TV PBS NOVA Your Brain, la neurocientífica y psicóloga clínica Heather Berlin, con la ayuda de otros expertos, explora la naturaleza a veces traviesa de nuestro cerebro. Gracias al enfoque científico y clínico del documental, podemos ver cómo la manera en que los emprendedores experimentan la vida tiene su raíz en las expresiones más flexibles del funcionamiento cerebral.

El emprendimiento es mucho más que empezar un negocio. Se trata de un viaje al interior de la mente, una inmersión profunda en el inconsciente y una encarnación de la naturaleza intrigante de la realidad. El cerebro emprendedor funciona como receptor y creador al mismo tiempo, de maneras que a menudo desafían el statu quo, generando así situaciones no convencionales y aparentemente fuera de lugar que, en última instancia, terminan siendo exitosas. Exploremos este tema más a fondo a través de cinco temas clave: visión; inteligencia cognitiva; inteligencia emocional; el yo versus el colectivo; y la conciencia versus el inconsciente. Comencemos.

1) Visión

La mente emprendedora ve la realidad de manera no convencional. Esto incluye el pasado, el presente y el futuro, lo que permite la identificación de oportunidades que otros pasan por alto. Así, los emprendedores visualizan un mundo que, al inicio, es intangible para los demás, pero, tarde o temprano, es una realidad incuestionable para todos.

La visión es la capacidad de ver lo que podría ser, pero aún no lo es, a veces contra todo pronóstico. Jeff Bezos, el fundador de Amazon, es un ejemplo estereotípico. Bezos visualizó, y al hacerlo, causó la existencia de, una transformación completa del comercio al detal en todo el mundo. Su primer paso fue crear una librería en línea, iniciativa que a muchos les pareció insensata y de alto riesgo. Años después, la librería se convirtió en un centro comercial en línea de casi cualquier producto imaginable, pero todavía continuaba generando grandes pérdidas financieras, lo que ahora le parecía a muchos no solo insensato y de alto riesgo, sino también financieramente irresponsable. Hoy, Amazon es el minorista en línea más grande del mundo y la segunda empresa de Internet más grande del mundo; y además es generadora de una  rentabilidad inédita, sostenible y confiable. Jeff Bezos explica el principio fundamental del éxito Amazon así: “Somos tercos con la visión. Somos flexibles con los detalles”.

Ahora bien, ¿cómo hace el cerebro para crear una imagen de lo que no existe? En el documental Your Brain se vislumbra la respuesta cuando explican cómo el ojo humano ve al mundo físico. Heather Berlin afirma que “podemos ver detalles en aproximadamente el uno por ciento de nuestro campo visual. Esto se debe a que la retina puede procesar en detalle solo una pequeña porción de lo que ve. Sentimos como si estamos viendo todo lo que nos rodea con una visión 20/20, pero casi todo es inventado por nuestro cerebro, basándose en suposiciones y modelos de cómo funciona el mundo”. En otras palabras, creamos la mayor parte de lo que “vemos”.

Cuando los emprendedores visualizan el futuro (es decir, imagina una realidad que todavía no existe), sabemos que el 100% de ello es inventado. Además, sabemos que la visión de futuro de un emprendedor solo puede construirse sobre suposiciones de cómo funciona el mundo (una cosmovisión), lo que agrega una capa completamente nueva de incertidumbre. Si la cosmovisión tiene fallas críticas, la visión será tan inútil como una alucinación esquizoide. Esto nos lleva a nuestra primera conclusión: tener una cosmovisión clara y sensata del presente es crucial para tener una visión clara y sensata del futuro. Es decir, que mientras los emprendedores se permiten jugar mentalmente con posibles ideas para el futuro, también deben evitar que su cerebro les haga una mala jugada. Un equilibrio muy delicado que rara vez se logra.

2) Inteligencia cognitiva

Defino la inteligencia cognitiva como la capacidad de descomponer la realidad en sus partes fundamentales y describir los patrones de interacción entre las mismas. De esta manera, se revela la interconexión, el dinamismo y la ciclicidad de la realidad, lo que permite una comprensión integral del todo y de las partes que lo componen. En otras palabras, la inteligencia cognitiva es la capacidad de comprender las relaciones causales que producen la realidad tal como es. Se trata de pensar en términos de sistemas.

Curiosamente, la mente emprendedora utiliza la inteligencia cognitiva de forma diferente a la mayoría. Donde casi todo el mundo ve causa y efecto, los emprendedores ven una oportunidad de cambiar la causa, modificar el efecto o cambiar por completo la relación causa-efecto. Por lo tanto, cuando los emprendedores se involucran en la solución de un problema, no solo intentan mejorar la situación, sino que intentan crear nuevas realidades que otros se verán obligados a comprender y a adaptarse.

El cerebro emprendedor tiene una tendencia a crear nuevas realidades porque tiene una comprensión orgánica de la falibilidad de nuestras propias ideas sobre el mundo. No importa cuántos datos y patrones “probados” de causalidad existan, los emprendedores tienden a explorar sutilezas en tales convenciones que pueden ser beneficiosas cuando intentan desafiar el statu quo. Heather Berlin afirma que “a medida que las neuronas procesan las señales sensoriales, crean una versión editada de la realidad, incluso en el nivel más básico”. A lo que Narayanan Kasthuri, investigador en neurociencia, agrega: “Desechamos el 99% de lo que percibimos del mundo. Apenas observamos algo, transformamos lo que percibimos en algo que podemos usar”. Y aquí es donde los emprendedores se destacan para bien o para mal. Los emprendedores utilizan su inteligencia cognitiva para transformar sus observaciones de la realidad en herramientas que puedan utilizar para crear la realidad que imaginan. Es cierto que no siempre resulta exitoso. De hecho, la mayoría de los emprendimientos fracasan. Pero, cuando tienen éxito, podemos ver ejemplos de cómo una aparente locura se convierte en una genialidad creadora de mundos.

Un ejemplo icónico de inteligencia cognitiva en los negocios es Steve Jobs. Al crear un ecosistema de entretenimiento digital nativo para los dispositivos móviles de Apple (iPod, iPhone y iPad), Jobs alteró drásticamente la forma en que la gente consumía contenido. Los analistas de tecnología y negocios suelen aclamar la creación del iPhone como el evento fundamental que cambió el consumo de contenido, pero fue la implementación de iTunes y la App Store a través del iPhone lo que realmente influyó en el comportamiento del usuario y cambió el negocio del entretenimiento para siempre. Mediante su aplicación del pensamiento sistémico, en particular para comprender la interconexión entre la tecnología, la entrega de contenido y la experiencia del usuario, Jobs orquestó un cambio de paradigma en la industria del engreimiento. Pudo llevar música, películas y otros contenidos digitales a los bolsillos de millones de personas, mostrando la importancia que tiene el comprender los patrones complejos de causalidad en los negocios y el comportamiento humano.

3) Inteligencia emocional

La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer y gestionar nuestras propias emociones a través de la maestría personal; y de comprender las emociones de los demás a través de la empatía. Al hacerlo, podemos establecer relaciones basadas en la confianza y en objetivos compartidos. A partir de ahí, podemos inspirar y aprovechar la inteligencia cognitiva del colectivo para hacer realidad una visión común. Por lo tanto, la inteligencia emocional se alza como la clave del liderazgo, transformándola en uno de los ejes organizadores del emprendimiento, ya que este siempre requiere del trabajo en equipo sostenido durante un largo período de tiempo.

Al hablar del liderazgo y la inteligencia emocional en el contexto del emprendimiento, debemos prestar especial atención a dos elementos: el ego y la toma de riesgos. Abordémoslos en conjunto.

Nuestros sentidos de identidad (ego) e incertidumbre (percepción del riesgo) están distribuidos entre casi 90 mil millones de neuronas. Es razonable, entonces, concluir que ambos están sujetos a la representación neuronal, lo que significa que son solo constructos. Es por ello que las personas experimentan la identidad y el riesgo de manera diferente. En particular, los emprendedores exitosos lo hacen de una manera que permite la reevaluación, el ajuste, e incluso la interrupción de ambos constructos a medida que se esfuerzan por hacer realidad su visión.

La ruta del emprendimiento exige forjar un ego saludable, de forma que el emprendedor pueda mantener la confianza en sus propias ideas y capacidades; y así poder compensar el escepticismo al que inevitablemente se enfrentará tanto por parte de los demás como de sí mismo. Sin embargo, también es fundamental que el emprendedor sea capaz de empatizar con las preocupaciones y ambiciones de los demás en un esfuerzo por construir puentes para mejorar el trabajo en equipo. Este enfoque integral del yo y el colectivo permite al emprendedor experimente la incertidumbre y el riesgo no como el detonante ineludible del miedo, sino como la puerta de entrada a la realidad desconocida que están tratando de construir.

En su intervención en la Cumbre EQ 2017 en Londres, Jeremy Darroch, CEO del Grupo Sky, dijo: “Si creas un entorno en el que la gente quiera ir a interactuar, a veces creas una especie de tensión creativa que surge de diferentes puntos de vista. Pero si muestras empatía, escuchas y luego convences a tus colegas sobre cómo obtener mejores resultados, entonces comienzas a beneficiarte de todas esas diferencias”. Desde el punto de vista de Darroch, el Santo Grial del emprendimiento, es decir, buscar y concretar oportunidades, es un esfuerzo colectivo catalizado por la inteligencia emocional (es decir, la gestión del ego y la empatía).

4) El yo vs. el colectivo

Basándonos en la sección anterior, podemos concluir que el emprendimiento es una danza compleja entre el yo y el colectivo. Normalmente, una persona crea la visión y lidera el camino. Pero, en última instancia, es el esfuerzo colectivo entre varias personas talentosas y comprometidas lo que permiten que la idea se haga realidad. De hecho, se puede argumentar que la visión original del emprendedor es también, en parte, un reflejo del colectivo que lo rodea.

El psicólogo Mahzarin Banaji habla sobre la naturaleza colectiva del yo en los siguientes términos: “Creo que a la mayoría de los seres humanos les gusta creer que su mente está bajo su propio control. Si quiero, puedo ponerme de pie ahora mismo. Puedo hacerlo. Y eso me da, creo, la falsa creencia de que todo lo que hago ha sido elegido por mí”. Berlin amplía esto al afirmar: “No solo hay múltiples partes de tu cerebro que te influyen, sino que hay cosas en el mundo que te rodea que influyen en tu cerebro, incluidas otras personas”. La neurocientífica Rebecca Saxe explica aún más: “La forma en que actuamos y quiénes somos en nuestras vidas está enormemente determinada por las expectativas de las personas que nos rodean. El cerebro nos ayuda a ser la especie más social del planeta. Gran parte de nuestro cerebro está dedicado a comprender a otras personas”. A esto, la neurocientífica Daniela Schiller añade: “Nuestro cerebro no funciona de forma aislada. Aprendemos, asimilamos y comparamos constantemente con otros cerebros”. En consonancia, el psicólogo y neurocientífico Luke Change concluye: “Nuestro cerebro ha evolucionado para poder razonar sin esfuerzo sobre otras personas. Y las emociones, de manera similar, han evolucionado como formas que guían nuestro comportamiento”. Tiene sentido, entonces, argumentar que el deseo de un emprendedor de hacer algo diferente y la manera de cómo lograrlo están, en gran medida, determinados por las personas y las circunstancias que lo han rodeado hasta ese momento. El emprendedor, en la búsqueda de hacer realidad su visión, está también digiriendo el impacto que su entorno ha tenido en él a lo largo de toda su vida.

5) La consciencia vs. el inconsciente

La visión, la inteligencia cognitiva, la inteligencia emocional y nuestra naturaleza individual versus colectiva son solo una parte del viaje empresarial. De hecho, podrían ser solo la punta del iceberg. Hay una parte del viaje de cada emprendedor que, al igual que cualquier otra función importante del cerebro humano, tiene un componente inconsciente considerable.

La sensación de autoría, control y agencia que surge de tener una visión y hacerla realidad tiene una dinámica cerebral muy compleja, que ha desconcertado a neurocientíficos, psiquiatras y psicólogos. A medida que avanza la investigación sobre el cerebro humano, se ha demostrado que nuestro inconsciente es cada vez más influyente en nuestra toma de decisiones, hasta el punto de que los expertos han comenzado a preguntarse: ¿cuánto control tenemos realmente de lo que hacemos? Incluidos los emprendedores.

Como dice Heather Berlin: “Tu cerebro es una máquina de crear significados. Y crear un sentido de autoría es una de las formas en que le da significado a tu vida diaria”. El psicólogo Mahzarin Banaji explica, con más detalle, este sentido de autoría que sustenta al ego: “No hay forma de que yo pueda actuar sin comprender lo que está sucediendo y por qué lo estoy haciendo. Es necesario ‘llenar los espacios en blanco’ para poder sobrevivir, para dar significado, para dar sentido a la causa y el efecto de las cosas”. A esto, Kasthuri añade: “Tal vez tengamos esa sensación de conciencia porque nos da una sensación de agencia. Nos permite fingir que somos nosotros los que tomamos decisiones y que somos nosotros los que cosechamos las recompensas o los fracasos de dichas decisiones”.

La mayoría de las personas se sienten incómodas con estas preguntas porque no quieren sentir que no tienen el control. Sin embargo, los bailarines y los músicos tienen una opinión diferente. Suelen reconocer el hecho de que renunciar al control consciente puede producir algunos de los mejores movimientos y música. El cirujano, neurocientífico y músico Dr. Charles Limb afirma: “Cuando tocas blues, tienes este tipo de estructura musical conocida, esta plantilla, y luego la usas como plataforma de lanzamiento para la improvisación, la innovación y las nuevas ideas”. Parece que cuando el cerebro humano pasa al modo creador, que es un aspecto modular del espíritu emprendedor, la mente inconsciente toma el control.

Limb termina diciendo: “Si eres demasiado consciente de ti mismo y no puedes relajarte y dejarte llevar, no puedes hacer algo así [crear buena música]. Cuando empiezas a intentar [utilizar] mecanismos de control consciente, tu rendimiento baja, empeoras. [Por ejemplo,] los jugadores de baloncesto especializados en tiros libres pueden encestar el 99% de sus tiros. De repente, cuando les dices que pueden ganar un millón de dólares si aciertan el siguiente […] entonces, de repente, inyectan control consciente sobre algo que es mucho mejor si se dejan en manos de su propio subconsciente”.

Todo esto no quiere decir que las personas no sean responsables de sus acciones, buenas o malas, incluyendo el hecho de convertirse en emprendedores. Lo importante aquí es reconocer que tener la capacidad de aprovechar la reserva de sabiduría, imaginación, talento y confianza disponible en nuestro inconsciente es una clave para el éxito empresarial.

Conclusión

Los emprendedores no son solo líderes de negocio; son visionarios que transforman industrias, desafían normas y abrazan la incertidumbre. Sus convicciones y marco cognitivo les motivan a innovar y a modificar la realidad. No sólo eso, los emprendedores también tienen que estar dispuestos a cambiar sus propios puntos de vista y desarrollar nuevos rasgos de comportamiento para poder seguir adelante con su visión a medida que su camino se vuelve cada vez más desafiante.

En la película La Matriz, hay una escena en la que Neo está a punto de reunirse con el Oráculo. Se encuentra en una sala de espera rodeado de otras personas, la mayoría niños, todos ansiosos por descubrir si son ‘El elegido’. Entre ellos, Neo ve a un niño cuya apariencia recuerda a la de un monje. En su mano, el niño sostiene una cuchara y la dobla con pura concentración e intención. Neo queda inmóvil, lleno de desconcierto. En ese momento, el niño dice: “No intentes doblar la cuchara; eso está fuera de tu alcance. En cambio, trata de apreciar la verdad... la cuchara no existe. Solo entonces te darás cuenta de que no es la cuchara la que se dobla; eres tú quien lo hace”.

¿Los emprendedores modifican la realidad o se modifican a sí mismos (es decir, sus puntos de vista, emociones, ego, etc.) de una manera que les permite observar y experimentar la realidad fuera de los paradigmas convencionales, logrando así una perspectiva e inspiración inalcanzables para la mayoría? Ya sea que el cerebro emprendedor altera la realidad o se altera a sí mismo, el resultado irrefutable es que, cuando tiene éxito, crea nueva realidades que otros deben aceptar para sobrevivir y prosperar.

Artículo original publicado en inglés en Forbes.com.

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